En la nota anterior hablamos de que uno no puede enseñar lo
que sabe, sino que uno enseña lo que es (citando a Delalande).
El problema se da cuando uno no quiere aceptar lo que es. El
primer paso para una transformación es distinguir aquello que no nos gusta de
nosotros mismos. Una vez identificado, ya sea una actitud, hábito, o formas de
contestar ante un determinado estímulo, cada vez que nos surja la necesidad de
ponerlo en evidencia, debemos detenernos a pensar. ¿Por qué respondo de esta forma? ¿Para
qué actúo de esta manera? ¿Qué quiero que la otra persona reciba de mí? ¿Qué
busco que el otro sienta, actuando de esta forma? Y la pregunta más temida… ¿De
qué manera pseudo consciente estoy alimentando mi ego?
El ego nos identifica como individuos, es decir, que pondrá en
evidencia como primera necesidad el valorarse a uno mismo, a través de la
autoestima. Cuando la autoestima se convierte en sobreautoestima, es decir, nos
ubicamos en un lugar mucho más elevado que al que ubicamos a la otra persona,
estamos corrompiendo esta individualidad, transformándola en pedantería.
En la vida misma, y en el mundo artístico en general, es habitual
encontrar ejemplos de egos alimentados cual gato de casa (no sé los de ustedes,
pero los gatos de mi casa son todos rechonchos).
Lo importante de la cuestión
es identificar los momentos en los que nos comportamos de esta forma (todos los
tenemos, no somos extraterrestres), y apagar la llama antes de que se encienda,
deteniéndonos a pensar: ¿Qué es lo que veo en el otro que me genera responder
de esta forma? ¿Cómo identifico aquello que me molesta del otro, dentro de mi
actuar? ¿Cómo lo cambio?
Según una amiga, uno tarda 21 días en hacerse un hábito, y según
mi experiencia, desde el pensamiento consciente uno puede cambiar esta forma de
actuar frente a diferentes estímulos, sin necesidad de exteriorizarlo en
palabras.
Seamos músicos conscientes de que todos somos diferentes, y por
ende uno no toca mejor que el otro, ni es más profesional por tener 50 títulos. Antes
de nuestra profesión está nuestra persona, y cuando damos clase, primero debe
estar el ser que tengo en frente, y luego, lo que “debo”enseñar.
Y con el “debo” me despido hasta el siguiente artículo, que
hablará justamente de… ¿debo o no debo? ¿qué es el deber?
Nos leemos prontito.
іAbrazos musicales!
!Vibro con todo lo que explican, comparten y expresan desde sus ser!!!!
ResponderBorrar¡Gracias, David! :)
Borrar